Autor: Alessio Giribaldi
Nuestra autenticidad y espontaneidad residen en el Niño Interior, las ilusiones y los deseos más profundos están sustentados en él, por todos los sacrificios que como adultos hemos hecho para adaptarnos a la sociedad.
Si nos desconectamos del Niño Interior quedaremos desmotivados, inhibidos, sin saber cómo seguir adelante, limitando la parte más vital de nuestro ser. Si enterramos a nuestro Niño Interior en un lugar demasiado profundo, la vida empezará a parecernos aburrida, porque es él quien tiene la capacidad de maravillarse ante las cosas más simples y encontrar el valor y la alegría de vivir.
APRENDE A ESCUCHARTE A TI MISMO
Si queremos llevar una vida plena debemos acercarnos a nuestro Niño Interior y escuchar lo que tiene que decirnos y comprometernos con la tarea de curar nuestras heridas.
No existen recetas universales para lograrlo, sino que cada quien tendrá que encontrar su propio camino. La simple intención de encontrar a nuestro Niño Interior ya nos acerca a nuestro objetivo, pero podemos probar otras formas.
Hay quienes han empezado a escuchar a su Niño Interior mirando a otros niños, observando sus juegos y sus risas. Hay quien lo descubrió volviendo a mirar fotografías de cuando eran pequeños o paseando por las calles de su infancia.
Hay quienes han podido satisfacer las necesidades de su infancia simplemente preguntándose: Si mi Niño Interior hablara… ¿Qué me diría que le falta?
SANAR ANTIGUAS HERIDAS Y REGRESAR A LA INOCENCIA
Siempre debemos prestar mucha atención a las heridas del Niño Interior y asegurarle que lo escucharemos sin juzgarlo.
Una vez identificadas esas necesidades, debemos hacerle saber que sólo hay un adulto que puede darle al Niño Interior lo que le falta: esa persona somos nosotros.
Recuerda que:
- Nadie puede amarnos incondicionalmente.
- Nadie podrá aceptarnos absolutamente tal como somos.
- Nadie podrá tener en cuenta todos nuestros deseos.
- Nadie puede quedarse con nosotros para siempre.
El adulto que hoy somos debe encargarse de comunicarle a nuestro Niño Interior, que fuimos resultado de lo que los adultos de esa época no supieron, no pudieron o no quisieron darnos. Ni nuestra familia, ni nuestros amigos pueden sustituirnos en esta tarea, es exclusivamente nuestra responsabilidad.
Cuando nos sintamos más libres y ligeros, capaces de jugar y divertirnos, y descubramos que una energía desconocida nos atraviesa, sabremos que estamos agarrados de la mano de nuestro Niño Interior.